Conceição al mando: ¿podrá recomponer las piezas del Al-Ittihad y recuperar la senda ganadora?
10 octubre 2025
En un entorno de misterio y presión, el portugués Sergio Conceição asume la misión de enderezar al Al-Ittihad, un club que parece caminar sobre la cuerda floja de la exigencia constante.
El inicio de la temporada dejó claro que el camino no sería sencillo: decisiones técnicas del ex entrenador Laurent Blanc y una racha de resultados que llevó al equipo a perder la Supercopa local ante Al-Nassr por 1-2, además de otros encuentros que mermaron la confianza de afición y directiva.
Tras la caída, la directiva decidió desvincular a Blanc 48 horas después del golpe, y nombró a Hassan Khalifa como técnico interino, que no logró revertir la mala dinámica en su segundo encuentro ante Shabab Al-Ahli Dubai en la Champions de Asia y, posteriormente, una derrota 0-2 ante Al-Nassr en la cuarta jornada de la Saudi Pro League.
La revolución se traducía en un discurso claro: la necesidad de reconstruir la identidad del equipo, gestionar un vestuario pleno de estrellas y afrontar el frente de varias competiciones con un plan sólido y definido.
Impacto inicial
Los primeros impactos de Conceição se enfocarán en consolidar una base táctica y reforzar la cohesión grupal, un desafío importante cuando la plantilla suma nombres de calidad como Benzema, Diaby y Aouar, junto a veteranos de alto perfil que exigen protagonismo.
Además, se evaluará la estructura defensiva y la presión alta, pilares que el técnico portugués suele priorizar. La meta es acelerar la transición entre defensa y ataque y evitar perder la identidad ofensiva que el club quiere reinstalar.
Desafíos y ajustes
Uno de los mayores retos será gestionar la convivencia de grandes nombres en vestuario y convertir esa riqueza en una maquinaria eficiente. La crítica de la afición y las miradas de la prensa exigen resultados tangibles y consistentes.
El plan táctico podría alternar entre 4-4-2, 4-2-3-1 o incluso variaciones hacia 4-3-3, buscando equilibrio entre solidez defensiva y capacidad de generar juego en ataque, con flexibilidad para adaptar el plan según el rival y las circunstancias del partido.
La dirección técnica también deberá reforzar la idea de que cada jugador es parte de una unidad, reduciendo las zonas de desconexión y optimizando los movimientos colectivos para aprovechar al máximo las cualidades individuales sin perder el sello grupal.
Esperanza y plan
Con Conceição, nace una esperanza de que se reconstruya la identidad del club y se recupere la cultura de la victoria. El entrenador portugués es conocido por su carácter intenso y su exigencia táctica, características que podrían encajar con un vestuario que busca volver a ser protagonista.
La afición espera ver a un equipo que recupere el orgullo y la competitividad en todas las competencias, desde la liga local hasta la Copa y la Champions de Asia, con una visión clara de futuro y fichajes que fortalezcan las líneas necesarias para retornar a los grandes slaloms de la temporada.
En definitiva, Conceição afronta un reto mayúsculo: convertir la presión en rendimiento y las estrellas en una maquinaria cohesionada, capaz de convertir el discurso en resultados y el talento en títulos.
Si falla, siempre quedará la certeza de que el fútbol es una ciencia inestable: hoy con ejercicio, mañana con espectáculo; y si se cae, al menos quedará la anécdota para contar en el bar del vestuario.
Conclusión
El tiempo dirá si la llegada de Conceição es el salto adelante que el Al-Ittihad necesita para recuperar la identidad perdida y volver a ser un contendiente serio en cada competición. La clave estará en la capacidad del técnico para imponer su visión, gestionar un vestuario estelar y convertir las promesas en resultados sostenibles.
Y si la cosa se complicara, siempre podremos recordar que, en el fútbol, incluso las ciudades más grandes pueden quedarse sin paraguas en una tormenta de críticas, pero el estadio siempre tiene techo para un milagro de último minuto.
Punchline 1: Si la táctica no funciona, Conceição siempre puede invocar a las matemáticas del vestuario: más disciplina, menos excusas y sí… más café para el entrenador. Punchline 2: En este juego, el balón no entiende de derechos laborales; solo quiere que le paguen con victorias y un buen repertorio de celebraciones.
