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Manitas pequeñas, grandes estrellas: el ritual secreto que acompaña a las leyendas del fútbol

3 octobre 2025

Manitas pequeñas, grandes estrellas: el ritual secreto que acompaña a las leyendas del fútbol
Niños acompañan a grandes estrellas en el césped antes del partido

Origen brasileño y expansión europea

Antes del silbato inicial, entre el rugido de la multitud y las bandejas de noticias, surge un escena que hoy conocemos bien: jugadores centelleantes entrando al césped acompañados por niños pequeños. Este ritual, aparentemente tierno, encierra una historia de raíces simples y ambiciones grandes.

La idea tomó forma en Brasil, durante la década de 1970, cuando Atlético Mineiro lidiaba con baja asistencia y problemas económicos. El responsable de relaciones públicas, Ronan Ramos Oliveira, propuso una solución creativa: traer niños al terreno de juego para asegurar una presencia adulta en las gradas, y para añadir un toque humano al evento deportivo.

Al principio, el concepto tenía una pizca de teatralidad: los niños debían parecerse a los jugadores que escoltan, destacando similitudes que captaran la mirada del aficionado.

Con el tiempo, la escena evolucionó. En una imagen que se volvió icónica, un derbi entre Liverpool y Everton (noviembre de 1996) mostró a cada equipo acompañado por un niño; entre ellos, una de las figuras que más hizo ruido fue Wayne Rooney, entonces niño y futuro referente del fútbol inglés.

Cómo se eligen los acompañantes, su alcance y la dimensión solidaria

En origen, la idea se asoció a iniciativas benéficas. En la Copa del Mundo 2002, la FIFA se aliaba con UNICEF para el programa “Say Yes for Children”, destinado a proteger los derechos de los menores y garantizar educación. Desde entonces, el ritual ha mantenido un vínculo con la solidaridad y la responsabilidad social, algo que UEFA ha seguido explorando en sus torneos y finales de la Champions League, colaborando con organizadores locales y fundaciones infantiles.

El proceso de selección ha ido variando. En torneos importantes, la edad de los acompañantes suele situarse entre 7 y 12 años. En la Liga de Campeones, el tope se endurece: entre 7 y 9 años, y una estatura máxima alrededor de 135 cm. En el ámbito europeo, estas reglas conviven con campañas solidarias que cubren gastos de viaje y estancia para los niños y sus tutores.

La gratuidad y la posibilidad de participar sin costo han sido temas clave. Por ejemplo, Chelsea ha recibido cientos de solicitudes anuales para acompañar a jugadores; en algunos años, el club ha cerrado las inscripciones por la demanda, dejando a una lista de espera de varios años. En otros casos, la liga ha promovido sorteos para elegir a los afortunados sin costo alguno, haciendo de la experiencia un recuerdo para toda la vida.

Además de la parte sentimental, existen mecanismos de monetización: algunos clubes han ofrecido paquetes VIP o membresías infantiles que incluyen beneficios como merchandising o acceso a sesiones de entrenamiento. En ciertas épocas, los precios pueden oscilar, llegando a ser elevados en la historia reciente; se han reportado tarifas altas en algunos casos, lo que ha suscitado debates sobre el equilibrio entre filantropía y negocio.

La idea de membresías infantiles ha continuado creciendo, con costes que suelen ser modestas en clubes como Manchester City o Everton, y algo más accesibles en otros mercados como París Saint‑Germain, donde la inscripción infantil se sitúa en torno a precios simbólicos. En paralelo, algunos clubes han utilizado estas experiencias para causas solidarias concretas, como recaudaciones para proyectos comunitarios locales o campañas de adopción de perros o apoyo a hospitales infantiles.

Casos puntuales muestran que el ritual también ha tenido momentos de notoriedad: un derroche de generosidad benéfica en finales europeos y una tendencia a incluir a familias afectadas por desastres naturales o crisis locales, como se observó en algunos finales celebrados en zonas afectadas. Todo ello ha contribuido a que la presencia de niños en el césped no sea solo un espectáculo, sino una combinación de emoción, educación y responsabilidad social.

En resumen, la práctica persiste gracias a su capacidad de conectar a las generaciones, de convertir cada presentación en una experiencia memorable y de sostener proyectos solidarios a través del deporte. Y sí, en el césped también hay espacio para la ternura y, por qué no, para una buena foto que dé la vuelta al mundo.

Maneras de participación y ejemplos concretos muestran que, aunque el balón ruede, el verdadero juego está en las historias que se tejen fuera de la cancha: la gratificación de los niños, las familias que sueñan y las organizaciones que buscan hacer del fútbol un motor de cambio social.

En definitiva, ya sea por curiosidad, por solidaridad o por pura publicidad, la presencia de pequeños acompañantes se ha convertido en una tradición que añade capas a la experiencia futbolística, recordándonos que, a fin de cuentas, el fútbol es un deporte humano que se escribe también con las historias que se forjan fuera del vestuario.

Ordenando las ideas

Las apuestas no siempre son las mismas: hay sorteos, hay invitaciones, hay paquetes de experiencia, y también hay campañas para apoyar a la infancia. Algunas familias optan por participar por gusto, otras lo hacen para ayudar a una causa solidaria. Sea como sea, la esencia permanece: la cancha se comparte entre grandes estrellas y las manos que las sostienen, por un momento, igualan la grandeza de la noche.

Y para cerrar con humor ligero: una verdad de campo—cuando el niño que acompaña a un delantero entra al campo, el ángulo de la foto es tan importante como el ángulo de tiro; y si falla, al menos la anécdota queda para contar en la próxima reunión de chistes futboleros.

Punchline final 1: si la vida te da un niño de acompañante, no le pidas autógrafo; pídele un deseo para que el balón entre solo si el árbitro señala el punto correcto. Punchline final 2: en el gran libro del fútbol, estas imágenes son capítulos cortos, pero las sonrisas de los peques suelen ser el índice de lectura más luminoso del partido.

Autor

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Ruben Omisterioso

Soy Ruben Omisterioso, periodista deportivo español nacido en 1996. Apasionado de la fotografía analógica, la escalada y la luthería, comparto mi visión creativa del deporte.

Preguntas frecuentes

¿Qué es exactamente el ritual de los acompañantes infantiles?

Es la costumbre de que niños acompañen a jugadores al ingresar al terreno de juego, buscando crear un ambiente humano y memorable, con posibles fines solidarios y de compromiso social.

¿Dónde y cuándo se originó?

Nació en Brasil durante la década de 1970, cuando clubes buscaban soluciones para aumentar la asistencia, y se fue extendiendo a Europa en los 90 con la cooperación de clubes y ligas.

¿Qué criterios de edad y formato se suelen aplicar?

Generalmente se manejan edades entre 7 y 12 años, con límites según competición (a veces 7–9 años y altura hasta ~135 cm en algunas finales).

¿Qué impacto tiene desde lo social y económico?

Combina visibilidad, recaudación para causas benéficas y oportunidades para familias, aunque también genera debates sobre costos y mercadotecnia.