La metamorfosis de Salah y del Liverpool: cuando Slot redefine todo
21 octubre 2025
Números que gritan: antes y después de París
No fue salir ante el Paris Saint-Germain en los octavos de final de la Liga de Campeones, la temporada pasada, simplemente una derrota dolorosa para el Liverpool, sino un punto de inflexión en la trayectoria de la estrella egipcia Mohamed Salah, quien se encontró luego atrapado en una espiral de descenso tanto numérico como técnico, en medio de un terremoto táctico que sacudió los cimientos del equipo que, apenas meses antes, había levantado la Premier League.
Antes de enfrentar a París, Mohamed Salah vivía la cúspide de su rendimiento desde su llegada a Anfield, y avanzaba con paso firme hacia la lucha por el premio Ballon d'Or.
Había disputado hasta esa noche 46 partidos entre todas las competiciones, había marcado 32 goles y dado 22 asistencias, situándose entre los atacantes más productivos y decisivos de Europa.
Solo en la liga, cerró la pasada campaña con 29 goles y 18 asistencias, rozando la perfección técnica y mental.
Pero tras la despedida de París, el brillo de la estrella egipcia se apagó de forma inesperada.
Desde entonces, en aproximadamente siete meses, no ha anotado más que 6 goles y 5 asistencias en 25 encuentros, es decir, su cifra goleadora cayó más del 70%.
Con esa caída, la confianza, la sintonía y la capacidad de decidir retrocedieron, transformando esa vitalidad que lo distinguía en un estado de distracción en la cancha.
Salah, la víctima no el declive
Entre las críticas contundentes que recibe Salah últimamente, de analistas y aficionados, e incluso de algunas leyendas del club, se debe recordar una verdad clave: Salah no es la causa de la crisis, sino una de sus víctimas.
El hombre que llevó al club a la cima la temporada pasada no ha cambiado en su esencia, sino que el mundo que le rodea sí.
Arne Slot, elogiado tras su campeonato, de pronto decidió reconstruir el equipo desde cero, como si el éxito anterior invitara a la aventura; destruyó la química que había mantenido el alma del Liverpool.
Quiso erigir un Liverpool nuevo sobre las cenizas del campeón.
Rearmó de forma que rompió la armonía que sostenía al equipo.
Hoy Salah parece ajeno en su propio club: ya no recibe las asistencias de Alexander-Arnold, ni Robertson equilibra el ataque, Isak y Ekitike ocupan espacios que antes le pertenecían, mientras Florian Wirtz toma protagonismo detrás del delantero.
Cambio de roles y falta de armonía
El efecto de estas transformaciones no tardó en mostrarse; en los primeros encuentros de la nueva temporada, Salah parecía perdido, buscando espacios que ya no existían y una sintonía que antes era evidente con Arnold y Robertson.
Cambios en los pases, en el timing, en los centros; frente al Manchester United, el final llegó cuando Slot sacó a Salah en el minuto 85, buscando un gol de emergencia.
El público no mostró sorpresa como en la era de Klopp; pareció aceptar el final simbólico de una era en la que Salah solía rescatar los partidos desde la nada.
Slot: de la renovación al colapso
Algunos dirán que Slot sólo hizo lo que suele hacer un entrenador ambicioso: renovar el equipo, buscar una identidad nueva. Pero el timing y la dosis fueron letales; cambios tan numerosos y sincronizados desequilibraron una máquina que ya funcionaba.
Y ese fallo en la negociación por fichar a Marc Guehi fue una bendición disfrazada, porque el equipo apenas soporta lo que vino encima.
Hoy Salah luce ajeno a su equipo: ya no recibe las asistencias de Arnold, ni Robertson equilibra el ataque; Isak llega al área, y Ekitike ocupan los espacios que solían ser suyos.
El alemán Florian Wirtz llega para ocupar la posición de jugador libre detrás del delantero. Como parte del cambio, llegaron Alexander Isak, procedente de Newcastle, y Hugo Ekitike, desde Frankfurt. Así cambió la estructura del juego que Salah acostumbraba a liderar.
Salah entre el legado y la niebla del futuro
Este retroceso no significa una caída de su talento, sino una dificultad para encajar en una estructura todavía por completar. El jugador que anotó 34 goles y dio 23 asistencias la pasada temporada no pierde su habilidad en meses, pero necesita una plantilla que comprenda y aproveche su inteligencia ofensiva.
Slot se equivocó al pensar que el éxito daba permiso para reinventar todo; Liverpool no necesitaba una revolución, sino sostenimiento y una evolución que preservara la armonía.
Mohamed Salah no es la causa de la crisis, sino su espejo más claro; mientras el equipo padece desbalance y falta de entendimiento, su estrella mayor sufre la ausencia de un entorno que le permita brillar.
Quizá sea hora de que Slot pare de experimentar y recupere la esencia del Liverpool.
Porque lo que París destruyó aquella noche europea, Slot lo terminó de completar con decisiones poco meditadas en un inicio que parecía un sueño dorado y se convirtió en una pesadilla táctica que aprieta a Salah.
Punchlines finales: si Slot quiere reinventar todo, que empiece por la banca: la única táctica que funciona es la que pone al entrenador en la foto del equipo. Y si Salah devuelve su mejor versión, quizá la liga termine premiando al entrenador con un trofeo de paciencia: el primero que se rinde en la banca.